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DOLOR Y DAÑO, NO ES LO MISMO

El dolor es una experiencia sensorial y emocional desagradable, que pueden experimentar todos los seres vivos que tengan un sistema nervioso central. Es una sensación subjetiva y en los seres humanos es propia de cada persona.

El dolor no siempre esta asociado a un daño del tejido. Como el origen y la gestión del dolor esta en el cerebro, este a veces “se confunde” y ve peligro cuando no lo hay.

El dolor agudo es una respuesta de nuestro cerebro, ante un estímulo que cree peligroso. Estos estímulos tienen que tener la energía suficiente para poder producir daño, pudiendo ser mecánicos, químicos, biológicos o térmicos produciendo la destrucción del tejido y pudiendo llegar a la muerte celular (o necrosis). Al alterar la integridad del tejido, el organismo, a través del sistema nervioso e inmune detecta ese estímulo y pone en marcha la respuesta inflamatoria salvadora, el dolor agudo forma parte de esa respuesta, al ser una experiencia desagradable informa a la persona que el tejido esta en peligro empujándole a actuar en su defensa. En estos casos el dolor es bueno, beneficioso y protector.

El dolor crónico es diferente, a veces puede permanecer el dolor habiéndose curado el daño o aparecer un dolor sin una lesión, en estos casos generalmente se tiende a buscar la causa que origina el dolor y se tiende a restringir el movimiento.

No quiero decir que el dolor sea psicológico, la persona siente el dolor y su malestar es real, “el fallo” está en las alarmas que le saltan al cerebro cuando percibe un peligro donde no lo hay.

Numerosos estudios de neurociencia y fisiopatología del dolor avalan la importancia de reeducar al cerebro en la gestión del dolor crónico modificando creencias, hábitos, costumbres, emociones y comportamiento por parte de la persona que lo padece, con la correspondiente responsabilidad profesional en ese recorrido y con el objetivo de superar el trauma que correlaciona el estado de hipersensibilización central.

Un trabajo sanitario interdisciplinario seria ideal para abordar el problema del dolor crónico.

Aunque existen algunas excepciones, recomendar mantener reposo no siempre ayuda a disminuir el dolor, la actividad física produce cambios saludables para los tejidos.